El pasado domingo, un buen amigo me proporcionó un artículo de la periodista y escritora Margarita Riviere ya que andaba hablándole varios días de la idea del blog y de las clases de Nuevas Tecnologías. Quiero compartir mi reflexión del mismo con vosotros.
“Ciberprogreso, mito creciente”.
Margarita Riviere. EL PAIS. (24 de Octubre de 2010)
Actualmente nos encontramos en una sociedad donde el potente mito de la tecnología crece sin cesar; tanto es así, que cada vez podríamos atrevernos a decir que puede llegar aparecer como un sinónimo de inteligencia, de progreso o incluso considerarse una panacea. Tanto es así que podríamos atrevernos incluso a pensar que la sociedad del conocimiento ya no tiene sus mismos principios y que el objetivo principal de ésta en este momento es equipar a un niño para que sea capaz de ser y hacer lo mejor de lo mejor frente a una máquina.
Sin irnos más lejos, podríamos decir que un adulto, uno de nosotros si no se mueve, por Facebook, Twiter, Tuenti o alguna clase de red pertenece a un sector de población sin oportunidades infinitas y con escasa consideración social. Algunos pensarán; ¡no es para tanto!; pero, ¿alguien se imagina cuantas puertas se abren y se cierran cuando uno navega por esos “mundos”?
Pero no olvidemos que sin estos “artilugios electrónicos” muchos de los campos como la medicina, la automoción, la fotografía… no habría tenido los grandes avances que han sufrido en las últimas décadas y de las que nos beneficiamos diariamente.
Según Umberto Eco, hace 10 años decía “el exceso de información cambia nuestra cabeza”, la avalancha tecnológica ya se percibía, lo que ha es el cambio de la naturaleza de la misma, “la tecnología es ya nuestro hábitat hegemónico y el dulce dictador de los socialmente correcto” cita M.Riviere.
Según datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística en Octubre de 2010; se cotejan datos como: a los 10 años un 78% de los niños españoles navega por internet y que a los 12 años un 68% tiene un teléfono móvil. Nadie dice lo que hacen esos niños con esas tecnologías, solo se admite o se les cataloga como “generaciones aptas para que el cibermito presuma de avance”.
De estos datos se saca como conclusión precipitada que generaciones anteriores y una mayoría de adultos no pueden enseñar nada a sus hijos y hay que prescindir de sus reticencias ante el progreso que exhibe lo tecnológico.
¿Cuándo y quién determina que estamos atrasados tecnológicamente? ¿Se puede ir “al día” en el avance de las tecnologías? ¿Quien o quienes están dispuestos a seguirlas? ¿Quién las domina realmente? ¿Pueden excluirnos? ¿Podemos excluirlas de nuestras vidas? Os invito a la reflexión…
Lidia Martínez